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A sus 27 años, Lisa tiene una relación sólida y de confianza con su madre. Sin embargo las redes sociales le resultan interesantes gracias a la posibilidad de interactuar con otras personas más allá de la vigilancia de sus mayores. Hasta finales de los años 80 el pueblo donde vive tenía una sola escuela en la que sólo se ofrecían cuatro años de escolarización. Ahora los niños pueden ser escolarizados durante 12 años y terminar la escuela secundaria sin tener que abandonar el pueblo. Además están los servicios de transporte en autobús pagado por el gobierno para quienes están inscritos en cursos universitarios en las ciudades más cercanas. Esto significa que la mayoría de las personas de edad superior a los 40 años apenas saben leer y escribir, mientras que los menores de 30 años de edad saben leer y escribir razonablemente bien.
La madre de Lisa tiene un ordenador en casa, pero todo lo relacionado con el equipo le resulta ajeno. Además de su limitada alfabetización, ella nunca ha escrito con un teclado y no se siente cómoda utilizando el ratón o los programas informáticos. Le encanta Facebook, pero se limita a utilizarlo para indicar que algo le gusta y para compartir sobre todo contenidos de tipo visual, y depende de su hija para encender el ordenador e iniciar sesión en Facebook.
Al igual que su madre, Lisa es un miembro activo de su iglesia, pero también teme que sus compañeros de la universidad la vean como una cristiana evangélica estrecha de miras. En el pueblo, no se atrevería a establecer amistad o a ser vista hablando con personas asociadas con la religión afrobrasileña Candomblé. Pero Facebook le ofrece una solución, ya que le permite cultivar amistades con compañeros de clase que pertenecen a grupos de Candomblé, mostrándose como una estudiante de pensamiento moderno al mismo tiempo que protege a su familia de los cotilleos de otras familias cristianas evangélicas del pueblo.
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